
La meditación es un yoga, un ejercicio de unificación.
Un ejercicio que voy a intentar presentar como conteniendo dos ciclos:
al principio lo que se pretende unir es el cuerpo y la mente, después,
el sujeto resultante con el Universo.
EL CUERPO EN LA MENTE
El primer ciclo, el que se refiere a la dualidad mente-cuerpo, plantea
un problema típicamente occidental. Desde que existe la autoconciencia
somos conscientes, en cierta manera, de la diferencia
entre cuerpo y mente, Sin embargo, el mundo contemporáneo sufre
en gran medida por su disociación. Esa disociación
se debe a la ignorancia de los seres humanos para utilizar el impulso
vital en beneficio de la biosfera, la tierra y la convivencia respetuosa.
Como mi tarea es estructurar un discurso sobre la meditación y
la mente, la cuestión de las palabras y sus diferentes grados de
profundidad y amplitud se plantea ya desde el título. ¿Qué
es la mente?
En nuestro entorno cultural, hablamos de mente, para
referimos a cosas como la conciencia, los sentimientos, los pensamientos
o el yo. En definitiva, a cosas que carecen de localización espacio-temporal,
es decir que carecen de extensión. Sin embargo, cuando hablamos
de cuerpo estamos hablando de su materialidad, es decir, la carne, las
vísceras o el cerebro.
Esta disociación nos enfrenta a dos verdades evidentes
pero contradictorias:
- La verdad de la ciencia,
según la cual, la realidad está compuesta de elementos
materiales mayores o menores y ninguno de ellos ni sus combinaciones
posibles explica la existencia de la mente, por lo tanto la mente no
existe.
- La verdad de la experiencia
inmediata, lo que vivimos de la realidad, el mundo interno, la subjetividad,
que nos informa continuamente sobre diversos aspectos del mundo externo
e interno.
Tradicionalmente se contemplan
dos soluciones básicas con diferentes variantes: Dualismo
(sustancialista y de propiedades) y Monismo (materialismo
científico). La proporción de partidarios de uno y otro
lado ha ido variando según las épocas pero, desde el siglo
XVII más o menos, la postura fisicalista viene dominando el panorama
del conocimiento. Desde este punto de vista, el universo descrito por
la Física es lo único que existe y, en consecuencia no hay
nada "interior" como la mente o la conciencia, que terminan
considerándose subproductos ilusorios de la materia. La solución
materialista no satisface ni a los mismos materialistas aunque pretendan
que su postura es "parsimoniosa", pero la dualista se enfrenta
a viejas cuestiones sin solucionar: ¿Cómo se relacionan
dos sustancias esencialmente distintas? ¿Cómo influye la
mente en el cuerpo?
La cuestión empieza a aclararse cuando nos damos cuenta de que
los términos "cuerpo" y "mente" los usamos
con un doble sentido.
- Decimos "Cuerpo"
para referirnos al organismo biológico en su totalidad, el objeto
cuerpo.
- pero también lo utilizamos
para referirnos a lo que sentimos del cuerpo, a nuestra experiencia
subjetiva del cuerpo, es decir, a los sentimientos, emociones y sensaciones.
De la misma manera,
- Decimos "Mente"
para referirnos a nuestro mundo interno, al sujeto sintiente, pensante,
etc.
- Y decimos "mente"
para referirnos a nuestro aparato cognoscitivo, al intelecto, que habitualmente
reducimos a nuestro cerebro.
Por eso, cuando alguien dice
que su mente está en pugna con su cuerpo está
queriendo decir que su voluntad está peleando con algún
deseo o tendencia corporal como el hambre o el sexo. Es decir, que el
"cuerpo sentido" se intenta imponer a la "mente pensante",
por decirlo de alguna manera, sin embargo, ambos pertenecen al mundo interno,
al mundo de la conciencia, de la no extensión.
Dicho en otras palabras, la relación cuerpo-mente, el "nudo
del mundo" que decía Schopenhauer, consiste en que si
bien el cuerpo (sentido) está en la Mente (mundo interno), la mente
(el cerebro) está en el Cuerpo (organismo).
Así, se puede comprender que lo que llamamos mental (estructuras
cognitivas) incluye y va más allá, trasciende, nuestra vivencia
corporal (sensoriomotor-impulsivo), motivo por el cual, la mente puede
operar causalmente sobre el cuerpo, porque las capacidades cognitivas
superiores (operaciones formales, abstractas, creencias, valores, etc.)
pueden operar sobre el mundo sensoriomotor y vital internos (impulsos,
sensaciones y emociones). Aunque, unas y otros forman parte de la Mente.
Los investigadores científicos, en contextos académicos
se suelen presentar como monistas e identifican "mente" con
"cerebro", pero cuando dicen en la vida cotidiana que su mente
lucha con su cuerpo, no están diciendo que su neocórtex
esté en pugna con su sistema límbico, sino que su voluntad
racional está luchando con su conciencia sensoriomotora y emocional.
Las personas normales solemos ser dualistas porque vivimos mente y cuerpo
como cosas separadas. Mundo interno (Mente) y mundo externo (Cuerpo),
ocupan los bordes de un abismo, el mismo que separa sujeto y objeto. Desde
el punto de vista de la razón racional, esto es así, y sólo
se puede vivir de forma diferente en los estados pre y transpersonales.
El yoga y la meditación son PRÁCTICAS que buscan la unificación
tendiendo puentes entre ambos. El hecho de ser prácticas, es lo
que les diferencia de la filosofía, de la teoría, de la
especulación mental que, a menudo, han elaborado explicaciones
no "encarnadas" sobre la realidad que han propiciado la actitud
anti-intelectual característica de muchos abordajes corporales.
Pues bien, los puentes a los que nos referíamos pueden pacticarse
como habilidades del yo, habilidades que propician cambios en la conciencia.
Por ejemplo, en el estado que denominamos SATORI, resulta evidente que
sujeto y objeto son dos aspectos de la misma cosa, mientras que afirmar
eso en el estado habitual de conciencia genera cantidad de problemas y
paradojas. El primer ciclo de la práctica de la meditación
se ocupa de la unión del cuerpo sentido con la mente pensante,
para sanar la disociación que sufrimos en la Mente (conciencia
individual interna).
HABILIDADES o procesos que pueden modificar la
estructura de conciencia del sujeto propiciando una transformación
del mismo.
Enfoque: habilidad de identificar, diferenciar, mantener y reorientar
la atención a estímulos simples en periodos prolongados.
Pasividad: habilidad de detener la actividad analítica innecesaria
y dirigida a una meta.
Receptividad: habilidad de tolerar y aceptar experiencias inciertas, poco
familiares o paradójicas.
Estas aptitudes, recrean el silencio iniciático de las filosofías
intuitivas como el Orfismo, Taoísmo, Tantra-Yoga, Budismo Zen,
Druidas celtas, Religiones mistéricas de Eleusis, etc. El silencio
como vía de conocimiento fue roto cuando se objetivó el
origen del Cosmos mediante el relato mítico. El conocimiento fue
pasando de ser una aptitud de escucha y comunión a otra bien distinta
de acecho y separación, y estableció la observación
y el análisis como métodos para conocer el mundo.
Las tres habilidades son igualmente importantes, no sólo para la
meditación sino para cualquier técnica de relajación.
Sin embargo, la capacidad de enfocar es la base sobre la que se asientan
las otras dos ya que para "soltar" (pasividad) y desarrollar
la receptividad hay que estar mínimamente concentrado. Aunque también
es cierto que la profundización en la pasividad y receptividad
ayudan a enfocar mejor.
Son procesos que van desarrollando unas cualidades abstractas en la medida
en que se practican por algún procedimiento parecido al que ocurre
en el bio-feedback. No se puede decir que sean más emocionales
que cognitivas pero lo que está claro es que es el "yo"
quien voluntariamente las pone en marcha, conscientemente, aunque también
es cierto que el propio yo renuncia en su práctica a funciones
que le son propias, hasta el punto de provocar su propia reestructuración,
no sólo somática sino emocional y cognitiva también.
El "yo" se halla tan identificado a sí
mismo que está atrapado en su "identidad egoica". La
identificación le impide discernir de que está compuesta.
Parte de su propia subjetividad le resulta inconsciente puesto que es
ella "quien ve" y por tanto no puede ser vista. La práctica
continuada de estas habilidades propicia que el propio "yo"
vaya descubriendo cómo el cuerpo sentido (la información
de los sentidos) evoca la emoción, que nos conduce a la imagen,
que nos devuelve al monólogo interno (le llamaremos monólogo
aunque haya muchos personajes). Cada vez que rompemos esta cadena se produce
una reestructuración, no sólo somática sino emocional
y cognitiva también.
La profundización en la práctica va a tener como consecuencia
cambios importantes en temas como las creencias, los valores y los compromisos.
La meditación suele afectar no sólo a las vivencias internas
del meditador sino que también modifica su "forma
de estar en el mundo".
Las creencias son pensamientos permanentes acerca de
lo que es real,
los valores el reflejo de lo que consideramos importante,
los compromisos el curso de acción que escogemos
seguir.
La creencia nos hace valorar algunas cosas y el hecho de valorar una cosa
nos conduce a comprometernos por ella.
Ejemplo:
- Si creo que la tensión
no es mala para mi salud
- no valoro mucho mi salud,
- no me comprometo a destensarme
y continuo estresándome.
En la medida en que el hábito
de la relajación se va instalando mi creencia cambia y 1- percibo
que debo ignorar el impulso de hacer muchas cosas al mismo tiempo porque
la tensión sí perjudica mi salud, 2- dado que mi salud me
importa, valoro el tener un tiempo para relajarme, lo que 3- me comprometo
a practicar regularmente la técnica de relajación que haya
escogido.
Si seguimos trabajando las habilidades de relajación, el yo va
incrementando el número de distracciones, incomodidades o ansiedades
que puede tolerar. Eso es, más o menos, la receptividad que es
un buen indicador del grado de neuroticismo. A menos capacidad de tolerar
frustraciones más neurosis. Practicando la meditación nos
ejercitamos en "observar" con más o menos ecuanimidad
situaciones que nos desagradan, nos aturden, nos hacen emprender la huida,
etc. De esta manera, nos prepara para que la relajación se generalice,
vaya más allá de la sesión y se extienda al intercambio
relacional y a la vida cotidiana.
Volviendo al ejemplo, 1- se accede a la creencia de que las preocupaciones
y ambiciones cotidianas impiden darse cuenta de la existencia de una realidad
más profunda, 2- se empieza a valorar otras cosas aparte de mis
propios deseos y preocupaciones y 3- me comprometo a contribuir al bienestar
de los demás, vivir momento a momento y no preocuparme por las
cosas que no se pueden cambiar.
DE LA MENTE A LA CONCIENCIA
Las creencias, los valores y los compromisos, pertenecen al "mundo
colectivo interno". Todos nacemos y vivimos en un contexto
cultural determinado sin el que la conciencia no puede desarrollarse.
El lenguaje, las visiones del mundo, los valores, todo estaba ahí
antes que el "yo". La sensación de identidad surge inevitablemente
inmersa en ese mundo noético, en ese mundo invisible, intocable,
inmedible que compartimos en tanto que seres humanos.
Sin embargo, la meditación
no sólo afecta al "mundo interno" o Mente. La meditación
sólo puede ser una práctica más de la vida cotidiana
y, por supuesto, tiene sus efectos en ella. El proceso de la meditación
aumenta la interacción entre el "mundo interno"
(Mente con mayúscula) y "mundo externo" compuesto tanto
por el que hemos llamado Cuerpo (con mayúscula) como por los objetos
físicos y seres vivientes.
Lo referente al Cuerpo, lo ha estudiado la ciencia, una
de ellas la psicología. Lo que se puede medir, cuantificar y repetir
es lo que ha interesado tradicionalmente al punto de vista científico.
Su aplicación ha permitido descubrir aplicaciones terapéuticas
de enorme valor para paliar el sufrimiento humano. Se han obtenido buenos
resultados en trabajos científicos sobre la meditación aplicada
en: Adicciones (alcohol y drogas); Agresividad; Depresión; Anorexia;
Insomnio; Problemas de atención y concentración; Problemas
Psicosomáticos como Diabetes, Hipertensión arterial, Asma
y Reduce la depresión moderada de manera significativa. Además
ha sido efectiva en el Cáncer y otras enfermedades relacionadas
con el debilitamiento del sistema inmunológico y en el tratamiento
del dolor, especialmente en migrañas y cefaleas así como
en Desordenes intestinales, úlceras e insomnio.
Sin embargo, por métodos "científicos", sólo
se puede evaluar la relajación, el yoga o la meditación
en términos de alivio de la tensión física negativa
y de la ansiedad (derivadamente). Esto plantea el problema de que las
personas pueden aprender a reducir la tensión negativa y la ansiedad
en un mes y, cuando estas desaparecen no hay diferencias que detectar
entre técnicas o sujetos. Desde un punto de vista científico-irónico
se ha llegado a decir que la Meditación es una forma de relajación
no más efectiva para reducir el nivel de activación o estrés
que sentarse a leer o no hacer nada. Presentar el yoga y la meditación
como simple relajación y contemplar sólo el nivel de activación
somática, la tensión física, es una forma de reduccionismo
que se empieza a superar. En este sentido, algunos autores han comenzado
a contemplar cuestiones cognitivas y motivacionales en los nuevos modelos.
"El amor es más
que un corazón palpitante, la tristeza más que una lágrima
y la relajación más que un suspiro"
La meditación afecta,
también, a la vida social cuando el compromiso va más allá
del "mundo colectivo interno" y del organismo
biológico. De una manera u otra "actuamos" nuestro mundo
interno individual y colectivo, pasamos a la acción concreta y
situada en el mundo material. Queramos o no, participamos de un "mundo
material", que posee una estructura tecno-económica y geopolítica
determinada, en la que tenemos que responsabilizarnos de una función
(acción) concretas. Queramos o no, la familia, el barrio, la ciudad,
la sociedad, nos recuerdan que asociarse y vivir en grupo es lo que ha
propiciado la supervivencia de la especie y, que sin cumplir nuestras
responsabilidades sociales no podemos profundizar en el ser humano.
De manera que la meditación es un ejercicio diseñado para
la observación de la Mente (conciencia individual interna).
Sin embargo, parece que su práctica afecta también a la
conciencia colectiva interna (creencias, valores, compromisos)
y al mundo externo (tanto al Cuerpo o conciencia individual externa
como al resto del mundo material o conciencia colectiva externa).
La meditación, por tanto, aun siendo una vía individual
afecta a estos cuatro ámbitos, constituyentes esenciales de la
Consciencia. Esta es -digo yo-, la relación entre la meditación
y la Mente.
Apliquemos ahora el esquema que hemos desarrollado más
arriba, los cuatro componentes de la Conciencia, al estrés y la
relajación que ha sido el tema de este encuentro.
La investigación realizada hasta la fecha parece indicar que existe
una cierta jerarquía en la aparición de las estructuras
de la conciencia que tendría la forma de necesario pero
no suficiente. La conciencia sensorio-emocional es necesaria
pero no suficiente para la cognitiva, la cual, a su vez es necesaria pero
no suficiente para el desarrollo de habilidades yoicas e interpersonales
que, a su vez es necesario pero no suficiente para el desarrollo moral.
Este proceso evolutivo puede verse afectado de muchas maneras. Una de
ellas es la disociación mente-cuerpo que venimos
de desentrañar. Este problema evolutivo se puede presentar, al
menos, de dos formas diferentes. En el primer caso, se prima la conciencia
cognitiva, que aparece sobreactivada frente a la conciencia sensorio-emocional
que queda reprimida o aletargada. En estos casos, los
problemas surgen por un defectuosa organización del impulso vital
en el organismo. Frente a esa actitud intelectualista, de menosprecio
del cuerpo y el mundo material, tradicionalmente se ha levantado un anti-intelectualismo
regresivo que ha sobrevalorado la experiencia sensorio-emocional
despreciando lo mental. Reducir lo experiencial al cuerpo es negar el
intelecto y el espíritu, y con ello la imaginería, los sueños,
la discriminación racional o el perspectivismo, así como
la profundidad moral, los estados contemplativos o la conciencia sin forma.
También puede darse una fijación del proceso
evolutivo cuando el sujeto se adapta al nivel de conciencia convencional
y no continua desplegando sus potencialidades. Por último, puede
suceder que la intrusión, la irrupción en la conciencia
de contenidos que aprovechan la caída de las defensas del sujeto,
para cuyo metabolismo el "yo" no tiene aun unas bases suficientemente
estables, provoque el desequilibrio evolutivo.
Volviendo al esquema necesario pero no suficiente, puede
darse el caso de que lo necesario vaya muy por delante de lo suficiente,
como por ejemplo en el caso de una persona que se encuentre muy evolucionado
cognitivamente mientras apenas haya despuntado a nivel moral y sea un
consumado egoísta. Todos conocemos personas muy listas y muy inmorales.
Incluso podemos conocer personas que hablan desde una posición
ética muy elevada pero sus actos no son acordes con sus palabras.
Esto se debe a que habitualmente se puede "mirar" e incluso
pensar desde un nivel sin estar firmemente asentado en él. Sin
embargo, las personas éticamente muy desarrolladas necesariamente
han evolucionado previamente en el ámbito cognitivo.
En cualquier caso esta estructura anidada bastante validada empíricamente:
1-físico-emocional, 2-identidad-cognitiva, 3-socio-ética,
en otras palabras biopsicosociológica, nos permite
establecer una jerarquía según la práctica de relajación
escogida atienda a uno o más de los aspectos del desarrollo integral
del ser humano:
- Relajación Muscular
Progresiva;
- Estiramientos;
- Técnicas respiratorias;
- Enfoque somático avanzado;
- Imaginería;
- Visualización creativa;
- Contemplación;
- Meditación Concentrativa;
- Meditación no concentrativa.
LA EXPERIENCIA INTERNA
Hemos situado la meditación como práctica diseñada
para la observación de la Mente y hemos señalado que el
nudo "cuerpo-mente" ha de resolverse dentro de la propia Mente.
Dado que el tema propuesto se circunscribe al ámbito de la experiencia
interna, veamos lo que sucede en ella durante la meditación.
Al principio, dado que estamos sentados, inmóviles y en silencio,
no hay otras referencias sensoriales externas además del sonido
y los olores. La información proveniente de dichos sentidos es
la única manera que tenemos de controlar el mundo exterior. Por
eso, antes que "soltar" (pasividad) el exterior, uno se apega
desesperadamente al ruido de los coches, de las cañerías
o de la respiración del otro.
Por fin, cuando la pasividad respecto del exterior se
instala uno empieza a ser receptivo a lo que sucede en el interior, y
lo que sucede es, el cuerpo sentido (cuerpo). El cuerpo hace daño,
y el meditador pasa una buena temporada (varios años) pendiente
del cuerpo. Hay muchas técnicas para "barrer" el cuerpo,
para hacerse consciente y "asentar" el esquema corporal. Una
y otra vez se rectifica la postura hasta que uno acaba instalándose
y "suelta" la atención al cuerpo que pasa a ser un objeto
más de la Mente.
Dado que, todavía en este nivel, experimentamos el cuerpo como
separado de la mente, el resto de los objetos mentales están desenfocados.
El "yo" experimenta la realidad a través de una "óptica
sensorio-emocional", un carácter, disociado. En la medida
en que la relajación somática se va instalando, durante
los primeros meses de práctica, lo que se nos aparece son huellas
mnémicas, recuerdos de la vida cotidiana sin gran valor psicodinámico.
Asistimos a escenas y elaboraciones mentales sobre los éxitos y
conflictos de la vida cotidiana. Incluso en esta fase la meditación
es muy práctica. En un sistema de vida en el que no hay tiempo
para pensar, la meditación nos hace recordar asuntos pendientes,
preparar las citas del día, las cartas que hay que escribir y nos
proporciona ideas interesantes para el trabajo, las relaciones y la vida.
Entonces, el trabajo de la atención focalizada se hace más
importante. Un bonito trabajo es, por ejemplo, concentrarse en la cosa
que más te gusta del mundo e intentar no pensar en otra cosa durante
un cuarto de hora. Probar hacer este ejercicio con gente que no haya meditado
antes y plantearles la cuestión: ¿cuánto tiempo podéis
estar pensando en lo mismo sin que ese objeto desaparezca del centro de
vuestra atención? Probablemente la respuesta será 5, 10
minutos, y, si eres meditador sabrás que, a veces, no se consigue
ni un solo segundo. Al cabo de un momento aparece otra idea, y otra, y
otra, a veces dos y tres a la vez, en el caso de los intelectuales, por
ejemplo, que están muy entrenados para eso. Sin darnos cuenta estamos
metidos en el cinerama, nos empezamos a contar historias, ensoñaciones
que nada tienen que ver con el sueño despierto, por ejemplo, ni
con ninguna técnica de imaginería o visualización,
tal y como algunos pretenden. Simple distracción.
En esta parte del proceso uno puede jugar a hacer psicología observando
nuestros temas de distracción preferidos. Lo cierto es que no suele
haber muchos: la comida (no son los más numerosos), el sexo (aquí
ya hay algunos más, la mayoría hombres –risas-, que
recrean sus deseos sexuales, porque las mujeres lo disimulan con el amor,
se trata de ser amada, adorada –protestas-, de poder lloriquear,
seducir, etc), el poder (cómo arrebatarle el poder al jefe, como
convertirse en alguien respetado, y toda la megalomanía consecuente.),
el dinero (hay mucha gente que dice que no puede meditar porque tiene
que pensar cómo pagar el alquiler, la letra, y si tuviera dinero,
el coche que me compraría, el viaje que haría a India a
meditar de verdad, etc.) la agresividad (uno se enfrenta a todo el mundo,
domina las artes marciales y se dedica a dar porrazos a diestro y siniestro,
etc. O bien la agresión sobre uno mismo, la victimización:
si mi madre me hubiera querido de verdad, si mi mujer no me hubiese engañado,
si mi jefe hablase menos, y se apiadan de ellos mismos.
Por fin, cuando uno descubre que la atención no trata de ser consciente
de lo que se está pensando sino de que se está pensando,
es cuando en realidad descubre lo que significa el parloteo mental, la
famosa mente de mono loco que, paradójicamente es lo que llamamos
normalidad.
A fuerza de seguir repitiendo el proceso de "soltar" (pasividad)
y observar sin juicio (receptividad), el yo va profundizando y debilitando
el carácter haciendo aparecer información cada vez más
relevante de nuestra historia personal. El debilitamiento de la represión
trae a la conciencia todo lo que el yo nunca quiso saber de sí
mismo, la sombra en términos jungianos.
Por fin, el yo se enfrenta a los contenidos reprimidos, los que se negó
a experimentar porque le resultaban insoportables. Aquí es donde
realmente entramos en contacto con los problemas psicológicos profundos.
De repente, una violencia enorme puede adueñarse de la persona
que se levanta del cojín y sale de la sala antes de empezar a gritar
"banda de cretinos, que hacéis ahí perdiendo el tiempo",
o cosas parecidas. Una violencia que puede durar meses y que puede relacionarse
con algo fundamental escondido en el inconsciente. Otra cosa que puede
aparecer es el llanto. Un llanto inconsolable que vuelve meditación
tras meditación. Dado que la meditación no es una técnica
de autodescubrimiento sino un camino de trascendencia, es muy posible
que el meditador necesite ayuda para resolver lo que le sucede. En este
sentido, la psicoterapia occidental y el psicoanálisis pueden ser
de gran utilidad en esta fase del proceso. También se puede continuar
en la meditación, observando la tristeza, pero el análisis
del inconsciente puede resultar muy interesante. Continuar es, desde mi
punto de vista, utilizar la meditación para la psicoterapia y casi
seguro que el trabajo es mucho más lento. Hay gente que se tira
muchos años no haciendo meditación sino evitando una psicoterapia.
Puede suceder también que, en esta fase del proceso, el yo reconecte
con sus potencialidades personales más elevadas. Esta doble circunstancia
ha provocado que algunos hayan considerado que la meditación provoca
una regresión al adualismo oceánico (Freud) mientras que
a otros les haya descubierto su Dios interior.
Hasta aquí el ciclo de restablecer la relación cuerpo-mente
en la Mente. Es el final de la fase de auto-descubrimiento. Habitualmente,
uno tiene que enfrentase a temas inconclusos relacionados con el cuerpo
sentido, con el cuerpo en la Mente, esa es la primera parte del proceso,
restablecer el contacto entre la mente cognitiva y el cuerpo sentido.
DEL CUERPOMENTE AL INFINITO
Este nuevo cuerpomente unificado es el que continuará el camino
de trascendencia. El término trascendencia no debe asustarnos porque
no implica nada extraño sino una secuencia que empieza por la detección
de una nueva estructura, una forma diferente de visión o presencia.
Su reconocimiento implica la identificación parcial del yo con
la misma lo que, a su vez, permitirá la emergencia completa de
la nueva estructura. En este punto, se puede dar el desplazamiento de
la identidad hacia esta última y la desidentificación de
la estructura anterior que pasa a ser un objeto sobre el que se puede
operar. Si esto es así, se habrá producido la trascendencia
de una estructura que queda ahí como parte del nuevo yo. En otras
palabras, el contexto, el viejo yo a través del que veíamos
el mundo, se convierte en parte del contenido del nuevo yo, el fondo se
convierte en figura, el sujeto pasa a ser objeto, hasta que esta diferenciación
deja de tener sentido.
En realidad, este es el trabajo evolutivo que realiza el yo continuamente
a lo largo de la vida, la diferenciación sujeto-objeto. La
meditación acelera ese proceso, sin modificar ni la forma ni la
secuencia del desarrollo.
Sabemos que el recién nacido no diferencia su cuerpo de los objetos
de su entorno, ni siquiera del cuerpo de su madre. No conoce los límites
de su cuerpo. Cuando consigue establecer diferencias materiales permanentes,
lo que podríamos llamar constancia del objeto físico, es
capaz de operar sobre su entorno material con su cuerpo (músculos,
extremidades, etc.)
Gracias a sus nuevas habilidades, aprende a recrear en su incipiente mundo
interno la imagen de su cuidador/a sin necesidad de su presencia, consigue
la constancia del objeto emocional, gran descubrimiento
de la psicología evolutiva occidental. La mente comienza a diferenciarse
del cuerpo lo que le permite operar sobre el cuerpo y el resto del mundo
material con las herramientas propiamente mentales (los conceptos, los
símbolos, la sintaxis, etc.) consiguiendo la constancia
del objeto mental. Esta marca la transición del mundo
pre-representacional al representacional y es la capacidad de seguir ininterrumpidamente
el flujo de los objetos. Por fín, el paso de lo representacional
a lo post-representacional, post-formal, post-racional, se consigue mediante
el establecimiento del testigo estable o constancia del sujeto.
Dicho de otra forma, la posibilidad del sujeto de operar ininterrumpidamente
sobre cualquiera de sus objetos: físicos, emocionales, o mentales,
incluida la identidad egoica, constituye un requisito necesario para el
acceso a los estados y estructuras transpersonales.
Para ilustrar esta complicada frase presentaré un experimento realizado
con meditadores principiantes, avanzados y maestros iluminados utilizando
el test de Rorschach. Como sabéis, el test de Rorschach es un test
proyectivo, es decir, un test en el que al sujeto se le presentan diez
láminas con manchas de tinta y debe decir lo que le viene a la
cabeza, debe asociar, decir lo que se le ocurre, a medida que se le presentan
las láminas. Los resultados de este estudio mostraron que los principiantes
decían cosas típicas mientras que los iniciados decían
ver manchas de tinta, es decir, no elaboraban sobre lo que percibían
lo que viene a confirmar que la meditación focaliza la mente y
limita el número de asociaciones.
Los estudios realizados con sujetos que habían tenido alguna experiencia
de nirvana resultaron más sorprendentes. Señalaban que las
imágenes que percibían eran una proyección de la
mente y mostraban plena conciencia del proceso mediante el cual la Mente
organizaba los datos preceptúales momento a momento y los iba transformando
en imágenes. También resultó interesante observar
que, éstos sujetos, mostraban los conflictos habituales en temas
como; dependencia, sexualidad y agresividad, aunque presentaban poca reactividad
ante ellos, como si fuesen aceptados.
Los sujetos de un grupo más reducido que habían alcanzado
el tercer nivel de los cuatro de la meditación budista, no sólo
percibían las imágenes asociadas como proyecciones de la
mente sino que las propias manchas de tinta provenían de un proceso
de construcción mental del que daban cuenta. En este nivel hay
que destacar que no demostraban la menor evidencia de conflictos conductuales
o psicológicos, lo que viene a confirmar la idea de Buda de que
la práctica avanzada de la meditación puede reducir drásticamente
el sufrimiento psicológico.
Los maestros de meditación asociaron una frase a cada una de las
láminas de manera que, cuando el pasador del test las leyó
una detrás de otra constituían una enseñanza sobre
un tema del sufrimiento humano que convertía el test en una enseñanza
para los que les pasaron la prueba.
De manera que se trata enfocar, no reaccionar y escuchar. En eso consiste
la conciencia trascendente, esa forma de conocimiento
que evoca la meditación. Cuando esa conciencia se consolida ininterrumpidamente
durante la vigilia, el sueño y el sueño profundo, se entra
en lo que los autores denominan conciencia cósmica o constancia
del sujeto. En ella, el yo comienza a trascender el último
dualismo, la última etapa del camino trascendente.
Después de soltar el mundo exterior, soltar el cuerpo con todo
lo que hemos visto que eso supone, después de soltar la Mente,
sólo queda para soltar el tiempo. Durante años y años
meditamos contra el tiempo, meditamos con esfuerzo, pero un día,
algo sucede, algo del orden del sentir, la paz se instala en el corazón,
y el tiempo desaparece. No queda nada contra lo que luchar o resistirse
y se entra en la vacuidad. El sentimiento puede durar un segundo al principio,
pero una vez que se conoce comienza su trascendencia. Al final, se siente
una presencia que empieza siendo pequeña y acaba ocupándolo
todo, esa es la experiencia de SER, que no es una experiencia.
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